Biblioteca Guillermo Furlong

LA PERSONA, EL MUNDO Y DIOS.

By: Material type: TextTextPublication details: CARLOS LOHLE BUENOS AIRES, ARGENTINA 1969Description: 217 14 x 22 cmSubject(s):
Contents:
- Un hombre. - Evangelización. - En Jericó. - "Y cayó en poder de los ladrones..." - Los ladrones. - "Y se fueron, dejándole medio muerto..." - "Por casualidad, bajó un sacerdote..." - "Pero un samaritano..." - "Se acercó a él..." - "Le vendó las heridas..." - "Derramando en ellas aceite..." - "Y vino..." - "Le condujo al mesón..." - El mesón. - "Y cuidó de él..." - "Sacando dos denarios..."
Review: El autor enjuicia al mundo y a la Iglesia con una misma medida: el amor, que permanece en el mundo y todo lo penetra desde que el Verbo se hizo carne. Este mundo lanzado hacia delante, hacia la gran aventura del Espacio y del Tiempo, necesita urgentemente reencontrar la matriz del amor: sentirse amado. Y el autor abriga la esperanza de que la Iglesia, renunciando a su imagen de rival del mundo, de sociedad-guía de la sociedad, podrá hacer sentir al mundo que es amado. Porque cuando la Iglesia haya renunciado a los últimos signos del poder, no le quedará más que el signo del amor.
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Libros Libros Biblioteca Guillermo Furlong 215 P 211 (Browse shelf(Opens below)) Available 000235

- Un hombre. - Evangelización. - En Jericó. - "Y cayó en poder de los ladrones..." - Los ladrones. - "Y se fueron, dejándole medio muerto..." - "Por casualidad, bajó un sacerdote..." - "Pero un samaritano..." - "Se acercó a él..." - "Le vendó las heridas..." - "Derramando en ellas aceite..." - "Y vino..." - "Le condujo al mesón..." - El mesón. - "Y cuidó de él..." - "Sacando dos denarios..."

El autor enjuicia al mundo y a la Iglesia con una misma medida: el amor, que permanece en el mundo y todo lo penetra desde que el Verbo se hizo carne. Este mundo lanzado hacia delante, hacia la gran aventura del Espacio y del Tiempo, necesita urgentemente reencontrar la matriz del amor: sentirse amado. Y el autor abriga la esperanza de que la Iglesia, renunciando a su imagen de rival del mundo, de sociedad-guía de la sociedad, podrá hacer sentir al mundo que es amado. Porque cuando la Iglesia haya renunciado a los últimos signos del poder, no le quedará más que el signo del amor.

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